Noruega aprobó hace ya 13 años una ley que obliga a las empresas a tener al menos un 40% de mujeres en puestos directivos. El resultado de la aplicación de dicha política de cuotas no sólo no ha dado los resultados esperados sino que ha resultado ser incluso perjudicial. El valor de las empresas que no han intentado esquivar la aplicación de la ley ha caído un 12% por cada 10% de aumento de presencia femenina en los puestos de dirección.