Dónde termina tu libertad

Es mentira y una canallada.

Todos habréis oído que mi libertad termina donde comienza la tuya, pero es mentira y una canallada, porque si fuese de ese modo, cuando aumenta mi libertad disminuye la tuya y sólo puedo ser más libre a tu costa. La verdadera libertad, cuando crece, tiene que crecer para los dos. Lo otro es la libertad de las dictaduras, donde la los dirigentes la tienen toda a costa de esclavizar al resto.

Mi libertad no termina donde comienza la tuya. Puedes comenzar la tuya donde te dé la gana, pero por mucho que muevas los límites para ampliar tu campo haz el favor de no reducir el mío.

Cuando un grupo cualquiera gana en derechos todos debemos celebrarlo. Pero cuando se trata de elegir quién debe tener derechos para que le otro lo sufra, estamos ante la puerta de la injusticia. Y dejaos de leches: la discriminación positiva era lo que tenían los blancos en Suráfrica. Un puto apartheid.

Algunos creemos en los derechos de todos y nuestra libertad llega a donde la hemos conquistado en este país a fuerza de luchar contra represores de uniforme, represores con sotana y ahora represores con cara de ofendidos por vete a saber qué mierda.

Las ideologías me la soplan: el que te manda callar porque no le gusta lo que dices es un miserable, un mierda y un dictador. Y en este país, donde la derecha sólo se dedica a cobrar comisiones y la izquierda a la ingeniería social (que es como decir ganadería lanar, pero en bonito), vamos sobrados de dictadores, de profetas y de homilías.

Los verdaderos libertarios pasamos de catecismo. Nos traen al fresco el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo del mismo modo que la Libertad, la Igualdad y la Solidaridad. Creemos en lo que nos da la gana y por eso molestamos a todos por igual. Es cojonudo.

Los ofendidos son como el caballo que corre cuesta abajo con su carro y no sabe si tira de él, o es el carro el que lo empuja, impidiéndole detenerse. Quieren pensar que lo hacen porque creen que es justo, pero hay alguien detrás que les obliga y por eso siguen adelante, aunque les repugne ejercer de censores. Triste historia ser joven para hacer lo que te mandan y encima engañarte a solas pensando que fue idea tuya.

Y es que nuestra sociedad parece mudarse al Este. Empezó como Agustina de Aragón y se está convirtiendo en Ana Karenina. Empezó como Quijote y cada día se parece más a Oblomov.

Si por lo menos nos quedase Raskolnikov.... Pero ni eso.