El derecho al amor

Vengo de leer y subir esta entrada, y no puedo resistirme al instinto de buscar en el mapa un lugar al que huir, y cuanto antes.

Además de las actuales figuras que cubre el supuesto delito de odio, quieren añadir, entre otras, el odio a los pobres, el que se refiera a la edad de una persona, la lengua que utilice, el origen territorial o el aspecto físico.

En el fondo, y para no cabrearme, quiero pensar que lo están intentando legislar es el derecho al amor, y que ese es el camino que llevamos. Los demás te tienen que querer, obligatoriamente, cualquiera que sea tu raza, renta, condición sexual, ideología, religión, origen territorial, edad, aspecto físico o lo que sea.

Van a legislar el cariño y posiblemente su carencia aparezca dentro de poco como hecho imponible en la legislación fiscal.

No ama usted lo bastante a las rubias o los pelirrojos: 5% de recargo en el IRPF. No ama usted lo necesario a los gays o los gallegos: 5% de recargo en el IVA.

Hay que amarse los unos a los otros, como hermanos. Es forzoso, obligatorio, solidario, social y saludable. El que no ama a los demás está en el origen del conflicto. El debate puede y debe plantearse, pero desde el amor, porque si no hay amor, el debate es fuente de conflictos. O los amas a todos, o te doy una hostia, en resumen.

¿Por qué tiene que haber gente sin amor? Todo el mundo tiene derecho a ser amado. Y si no amas, al menos simúlalo, o cállate. Sobre todo, cállate.

Nos falta, y llegará, el delito de odio comercial: boicotear una marca será delito. Decir que no se compren productos de un país o una región, será delito. Y hablar mal del tiempo será delito en breve, porque afirmar públicamente que este año en Asturias me llovió tres días de una semana daña al sector turístico asturiano y destruye puestos de trabajo.

La hipocresía nos llega ya por encima de la barbilla. La dictadura está ahí,completando su puzzle, y todavía nos paramos a leer la letra pequeña de lo que prohíben y lo que hacen obligatorio.

Esperad que puedan combinar esto a la desaparición del dinero en efectivo para que puedan saber qué compramos y veréis lo que tardan en cambiarnos la mascarilla por un bozal.