El Impacto del coronavirus sobre el turismo Español y el futuro del país

Según datos de la OMT (Organización Mundial del Turismo) España fué el segundo país del mundo así como de Europa que más turistas internacionales recibió en 2018 tan solo superados por Francia.

En 2019, un año más tarde, unos 83 millones de turistas visitarían España batiendo así un record histórico digno de celebración. Todo parecía apuntar a que 2020 iba a otorgar el siguiente record turístico a España, sin embargo nuestra trayectoria dió un giro de 180º en cuestión de semanas con la aparición del coronavirus.

El impacto económico y sanitario se mide por 844.000 fallecidos en el mundo y 140.000 millones de euros perdidos desde el parón en la economía. Según expertos, la situación actual de curva descontrolada supondría el colapso de la sanidad pública en cuestión de semanas.

Debemos entender que españa, como potencia turistica, se trata un país especialmente vulnerable al rebrote. Las estadísticas de mercado de 2019 le otorga a nuestro turismo un 14.3% del GDP, entrando así en el grupo de potencias turísticas europeas.

Nuestra condición turística significa que muchísimos trabajadores dependen del turismo como medio de subsistencia lo que dificulta la decisión de simplemente bloquear a los turistas. La confianza se depositó finalmente en la gestión del gobierno que tomaría medidas, pero los resultados cada vez distan más de lo que consideramos satisfactorio.

La situación de crisis actual podría catalizarse hasta dirigir la motivación que España necesita para transicionar (nuevamente) a otro modelo de motor económico como ocurrió anteriormente, cuando en 2008 estalló la crisis de la burbuja inmobiliaria y su consecuente motor económico.

Si bien la vacuna para el coronavirus está extremadamente avanzada, esta se trata de un proyecto científico, industrial y logístico de una escala mundial sin precedentes cuyos expertos vaticinan su distribución para 2022.

Esta distrubución para 2022 continúa siendo un vaticinio, pues ningún experto puede predecir con totalidad de detalles un proyecto tan impredecible y de semejante escala. Lo que sí sabemos es que el camino hasta 2022 con, o sin vacuna, será duro.