Negros: no es su cultura, es racismo

Hace poco tiempo escribí un artículo "controvertido" sobre el supuesto racismo hacia los gitanos en España. Ahora que está en boca de todos las muertes de ciudadanos afroamericanos en Estados Unidos en, me gustaría hacer una reflexión parecida.

Una vez más, parto de la realidad penitenciaria. No he trabajado nunca en una cárcel norteameriana, pero existe una extensa bibliografía y miles de estudios sociológicos que ayudan a entender el contexto. Y, al fin y al cabo, los modelos de reinserción son muy similares, desde el punto de vista terapéutico, en las cárceles de los países desarrollados -cada uno con sus variables, obviamente-.

Pero para empezar, tenemos que tener encuenta que el contexto socio-histórico de Estados Unidos ha sido muy diferente al español. Lo primero y fundamental, es que Estados Unidos ha sido un país profundamente esclavista donde las personas de color han sido usadas como herramientas de trabajo, considerándolos un ser inferior poco más capaces que un animal. En los antiguos Estados Confederados, ha ido saltando de generación en generación hasta el día de hoy un tenue sentimiento de que los desdendientes de africanos son, por cuestión de raza, menos inteligentes y cabales que el hombre blanco medio.

A esta concepción de los negros por raza hay que sumarle el factor socio-económico. Mientras que los gitanos han formado ghettos como modo de mantenerse en comunidad cerrada (y por racismo "anti-payo", por qué no decirlo), los afro-americanos han formado ghettos de forma paulatina y sin verdadera intencionalidad, empujados por la oferta y demanda del mercado inmobiliario estadounidense, además del racismo sureño. Hay que tener en cuenta que, en ambos casos, estos colectivos se han beneficiado de las ayudas públicas a la vivienda mediante programas de dudosa finalidad que no tuvieron en cuenta la aglomeración de familias de bajo nivel socio-económico, formando ghettos per se.

Sin embargo, a pesar de una media del nivel socio-educativo-económico de la población afroamericana más baja en comparación con otros grupos étnicos (caucásicos, latinos, asiáticos, etc.), no existen particularidades culturales, transmitidas por educación intrafamiliar, ni por grupo amplio inherente a la concepción propia de "comunidad negra", que lastren, impidan o condicionen la integración con el resto de ciudadanos. Es cierto que existen patrones culturales derivados de la permanencia en ghettos, como la creencia en "el barrio" como medio de protección y supervivencia (the 'hood), y que básicamente es de donde derivan la inmensa mayoría de conductas anti-sistema, como la formación de bandas, la posesión descontrolada de armas y la venta y consumo de estupefacientes.

Pero en el núcleo familiar de una familia negra no existen condicionantes culturales generacionales como forma de pertenencia a un colectivo. Es más, éste suele ser inverso a lo que comúnmente se cree:

  • Los índices de abandono escolar son relativamente bajos. Se suele enseñar que el hecho de ser negro es un handicap y por lo tanto se debe trabajar el doble de duro para conseguir un puesto respetado en la sociedad. De ahí el boom de la educación universitaria en afroamericanos en la época post-segregacionista.
  • No hay un factor de desprecio a la "cultura blanca", o a un modelo de vida que siga los patrones del sistema económico capitalista de la nación.
  • Los afro-americanos tienden a pensar en ellos mismos como dentro de un macrosistema social, en el que el color de la piel o la procedencia de cada uno es irrelevante. En muchas ocasiones, no hay nada más americano que un afro-americano.

Entonces, si los afro-americanos no tienen una marcada cultura propia que les impida integrarse, ¿cuál es el problema? ¿Es Estados Unidos un país racista?

Sí y no. Estados Unidos es enorme, y prácticamente cada estado es un país, con su cultura, historia y tradición particular, por lo que generalizar con todo Estados Unidos sería erróneo. El problema es, en realidad, dos problemas:

  • El alto índice de violencia, incluyendo violencia organizada, en las poblaciones y barrios con mayoría afro-americana de bajo estatus socio-económico.
  • Los medios de comunicación, en concreto la época entre los años 70 y 90.

El alto índice de crímenes violentos en las poblaciones antes mencionadas, sumadas a la fascinación del país por las armas y la posibilidad de comprar y poseer una como el que compra un coche, ha hecho que la policía llegue al máximo la idea del "primero dispara, luego pregunta", como forma de conservar la vida. Y esto se exacerba con los perfiles raciales creados por los diferentes departamentos, donde un negro tiene muchas más posibilidades de llevar un arma, ser violento y usarla que un blanco. Y la política es clara: si después del "¡congélate!" hace algún movimiento, dale al gatillo.

La segunda tiene que ver con los medios de comunicación. Si hay algo que le gusta al espectador medio es ver como un criminal recibe su castigo. Y, durante años, justo lo contrario de lo que ocurre ahora, tanto la televisión como la prensa escrita tenía sus programas y secciones dedicadas a los sucesos relacionados con crímenes. ¿Recordáis esos programas tipo Cops que trataban de persecuciones, tiroteos y detenciones? ¿Cómo la mayoría de presuntos delincuentes eran negros? La imagen nacional del criminal prototipo era la de un tipo negro... y algo más. Ese programa en concreto, Cops, se ha estado emitiendo de forma ininterrumpida (aunque con un tono diferente al de sus inicios) hasta después de la muerte de George Floyd, cuando la cadena decidió poner punto y final.

Por todo ello, Estados Unidos y sus ciudadanos deben hacer una profunda reflexión. Deben alejarse de la concepción racista del "negro", y poner el foco en las conductas derivadas de la vida en la marginalidad. Una marginalidad que casi nunca es forzada. Es curioso leer cientos de entrevistas con presos afro-americanos y cómo una de sus preocupaciones más comunes es que sus hijos acudan a la escuela, se olviden "del barrio" y no acaben como ellos. Hay un esfuerzo como comunidad por "integrarse" (o, más bien, desintegrarse de esas conductas nocivas).

Y una de las piedras en el camino, es la glamourización del estilo de vida del ghetto, todo con fines lucrativos, pero esa es otra historia que da para un artículo. De momento, diré que menos DMX y más The Wire.