Borna y Breogán, las réplicas del siglo XX de embarcaciones de la Edad de Bronce galaicas


La península do Morrazo, al norte de la ría de Vigo, está considerada como la capital ibérica de la náutica prehistórica. Allí existen más de 200 petroglifos con diferentes representaciones de embarcaciones y puertos, entre el que destaca el bautizado como petroglifo da Borna, ubicado en la ladera suroeste del monte Faro de Domaio (Moaña) y que cae hacia la playa del mismo nombre, y descubierto en 1973 por el profesor de la Universidad de Santiago de Compostela Fernado Alonso Romero. Aunque la tradición identificaba las formas grabadas en la piedra con forma de herradura como las huellas del caballo de San Pedro, que saltó desde allí hasta el otro lado de la ría cuando se le apareció el demonio disfrazado de serpiente, el profesor Alonso supo ver en esas marcas diferentes embarcaciones de la Edad del Bronce, muy similares a las ya conocidas talladas en un dolmen de la Bretaña francesa.


Tras estudiar los textos antiguos de historiadores y geógrafos romanos, textos modernos de arqueólogos de la época y el propio petroglifo da Borna, Fernando Alonso quiso demostrar que el intercambio comercial marítimo entre Galicia y las islas británicas hace más de 3.000 años era posible en pequeñas embarcaciones hechas de mimbre y cuero. Para ello puso en marcha en 1974 el Grupo de Arqueología Náutica Experimental y junto a varios alumnos de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Santiago de Compostela se lanzaron a construir una embarcación con los materiales, herramientas y técnicas de la época.

Una casa de Domaio fue la improvisada carpintería de ribeira en la que durante el verano de 1975 se fabricó una especie de currach de 5 metros de eslora y 1,7 metros de manga, con un armazón de mimbre trenzado para el casco, recubierto de piezas de cuero cosidas entre sí y engrasadas con sebo y resina para impermeabilizarla y ni un solo clavo. Antes de ponerla en el agua fue bautizada como Borna, en honor del petroglifo homónimo. La embarcación y el grupo de Alonso cumplieron su objetivo de navegar sin volcar y sin vías de agua entre Vigo y las islas Cíes ese mismo verano.


Pero para navegar hasta Irlanda iban a necesitar un barco más grande. Entre 1976 y 1977 Alonso y su grupo se embarcaron en la construcción de una segunda nave, la Breogán, el doble de grande que la Borna. Un casco de 11,5 metros de eslora por 3,2 de manga de mimbre forrado de cuero, con un mástil y una vela cuadrada de lino para vientos débiles y otra de cuero para los vientos fuertes, diez remos y un timón remo y capacidad para nueve tripulantes. Esta vez la embarcación fue construida en Noia y luego trasladada a la ría de Vigo para sus pruebas de mar. Una tripulación formada por gallegos, irlandeses, ingleses, bretones y cornualleses dejó el puerto de la ciudad olívica tras obtener los permisos necesarios para su partida el 10 de agosto de 1977.

La Breogán navegó de sur a norte por la ría de Vigo, la de Pontevedra, la de Muros hasta finalmente alcanzar A Coruña con notable éxito. Pero al poco de zarpar de A Coruña hacia Irlanda una patrullera enviada por la Comandancia de Marina de la ciudad herculina los detuvo. La razón esgrimida por las autoridades fue que habían despachado el barco desde Vigo hacia Irlanda, pero que al hacer recalada en A Coruña tenían que haberlo hecho desde allí. El Breogán fue requisado por las autoridades y llevado al puerto de Ferrol, en donde entre la indiferencia política e institucional se pudrió hasta desaparecer. Del Breogán solo quedan hoy en día la vela de lino, el timón y el ancla, recuperadas por la Fundación Luis Seoane de A Coruña.


Sin embargo, muchas de las lecciones aprendidas del desarrollo y construcción de la Borna y de la Breogán fueron aplicadas por el explorador, periodista y cineasta Tim Severin en la construcción del Brendan, el currach con el que entre 1976 y 1977 navegó entre Irlanda y el Canadá siguiendo el relato legendario del viaje de siete años de San Brandán desde Irlanda al Paraíso, demostrando que la navegación de altura en este tipo de embarcaciones era posible. El viaje de Severin quedó inmortalizado en su best-seller “El viaje del Brendan”, traducido a 16 idiomas.


A pesar de que no nos queda ya casi nada de la Breogán, hemos tenido mucha más suerte con la Borna. Si algún día te acercas al Museo Arqueológico e Histórico de A Coruña, ubicado en el Castillo de San Antón, puede que te encuentres con algo parecido a un barco vikingo en la rampa de acceso al patio superior. Se trata de la Borna original, recientemente restaurada para que pueda seguir siendo admirada por todos, mudo testimonio del entusiasmo de Fernando Alonso por demostrar que nuestros antepasados fueron capaces de navegar entre Galicia y las islas británicas, y quién sabe, si más allá.


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Juan A Oliveira es Ingeniero Técnico Naval por la Universidade da Coruña y MBA por la UNIR. Desde 2013 edita y coordina el blog de temática naval vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de Twitter o LinkedIn.

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