El intenso calor del verano puede ser, para muchos, un aliciente para relajar la vestimenta en la oficina, cambiando la elegancia de los trajes o uniformes por conjuntos más casuales. En este contexto, surge la duda de hasta qué punto puede un trabajador modificar su atuendo para adaptarse a las altas temperaturas, y si, por otro lado, la empresa puede llegar a sancionar al que se pasa de informal.