LITERATOS. Compartimos fragmentos.
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¿Está a favor de legalizar las drogas?

Me preocupa mucho que se legalicen las drogas, porque es como si se legalizase la escritura, la pintura o el uso del tiempo. Lo que creo es que, en este caso, se debe estudiar una derogación de la prohibición. El Estado puede prohibir o puede desprohibir, pero no creo que se le pueda conferir a las instituciones públicas el derecho a legalizar las drogas. Esto no es legalizable, es un derecho natural consustancial al ser humano.

Antonio Escohotado, en debate en TVE

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El señor de los anillos - J. R. R. Tolkien

Galopaba con un furor demente, como si la fervorosa sangre guerrera de sus antepasados le corriera por las venas con un fuego nuevo; y transportado por Crinblanca parecía un dios de la antigüedad, el propio Orome el Grande, se hubiera dicho, en la batalla de Valar, cuando el mundo era joven. El escudo de oro resplandecía y centelleaba como una imagen del sol,y la hierba reverdecía alrededor de las patas del caballo. Pues llegaba la mañana, la mañana y un viento del mar; y ya se disipaban las tinieblas; y los hombres de Mordor gemían, y conocían el pánico, y huían y morían, y los cascos de la ira pasaban sobre ellos. Y de pronto los ejércitos de Rohan rompieron a cantar, y cantaban mientras mataban, pues el júbilo de la batalla estaba en todos ellos, y los sonidos de ese canto que era hermoso y terrible llegaron aun a la ciudad.

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¡Disidente! - Terry Jones

Durante algún tiempo, he estado tratando de averiguar a dónde va mi hijo después de la práctica del coro. Simplemente se niega a decirme. Él dice que no es asunto mío donde va después de la práctica del coro y es un país libre.

Ahora puede ser un país libre, pero si las personas comienzan a ir a cualquier lugar que deseen después de la práctica del coro, Dios sabe si nos quedará un país para ser libre. Quiero decir, él podría ir a reuniones anarquistas o grupos de estudio islámicos. ¿Cómo puedo saber?

La cuestión es que si la gente no dice a dónde van después de la práctica del coro, este país está en riesgo. Así que he estado aplicando una cierta presión sobre mi hijo para que me diga a dónde va. Para empezar, simplemente puse una bolsa sobre su cabeza y lo encadené a un radiador. ¿Pero eso lo convenció? ¿El papa come kosher?

Mi esposa tuvo el descaro de sugerir que podría estar yendo demasiado lejos. Así que puse una bolsa sobre su cabeza y la encadené al radiador. Pero todavía no podía persuadir a mi hijo para que me dijera a dónde va después de la práctica del coro.

Traté de matarlo de hambre, sirviéndole solo comidas frías y afeitándole el vello facial, manteniéndolo en posiciones de estrés, sin apagar la luz, tocando música a todo volumen fuera de la puerta de su celda, todas las cosas habituales que cualquier padre preocupado hará para descubrir a dónde va su hijo después de la práctica del coro. Pero todo fue en vano.

Dudé en gravitar a métodos de interrogación más duros porque, después de todo, él es mi hijo. Entonces Donald Rumsfeld vino a mi rescate.

Leí en el New York Times la semana pasada que se había preparado un memorando para el secretario de defensa el 6 de marzo de 2003. Establecía las pautas más estrictas sobre qué es y qué no es tortura. Porque, admitámoslo, ninguno de nosotros quiere torturar a nuestros hijos, en caso de que la policía llegue a enterarse.

El memorando del 6 de marzo, preparado para Rumsfeld, explicó que lo que puede parecer tortura no es realmente tortura. Establece que: si alguien "sabe que sus acciones provocarán un dolor severo, si su objetivo no es causar tal daño, carece de la intención específica requerida aunque el acusado no actuó de buena fe".

Lo que esto significa en lenguaje llano es que si un padre, en su ansiedad por saber a dónde va su hijo después de la práctica del coro, hace algo que le causará dolor severo, solo es "tortura" si la causa de ese dolor severo es su objetivo. Si su objetivo es otra cosa, como descubrir a dónde va su hijo después de la práctica del coro, entonces no es tortura.

El memorándum del Sr. Rumsfeld continúa: "un acusado" (por lo que quiere decir un padre preocupado) "es culpable de tortura solo si actúa con el propósito expreso de infligir dolor o sufrimiento severo a una persona bajo su control".

No podría ser más claro. Si su intención es extraer información, no puede ser acusado de tortura.

De hecho, el informe fue más allá. Dijo que si un padre "cree de buena fe [que] sus acciones no resultarán en daño mental prolongado, carece del estado mental necesario para que sus acciones constituyan tortura". Entonces, todo lo que tiene que hacer para evitar acusaciones de abuso infantil es decir que no pensó que causaría un daño duradero al niño. ¡Pan comido!

Actualmente tengo a muchos de los amigos de mi hijo encerrados en el garaje, y estoy aplicando cargas eléctricas a sus genitales y los humillo sexualmente para que me digan a dónde va mi hijo después de la práctica del coro.

El abogado de Dick Cheney, David S Addington, dice que está bien. William J Haynes, el asesor general del departamento de defensa de Estados Unidos, está de acuerdo en que está bien. Y también lo hace la abogada general de la fuerza aérea de los Estados Unidos, Mary Walker.

De hecho, prácticamente todos en la administración de los Estados Unidos parecen pensar que está bien, excepto el abogado del departamento de estado, William H Taft IV, quien afirma perversamente que podría estar abriendo la puerta a las personas que aplican cargas eléctricas a mis genitales y me humillan sexualmente. .

Así que voy a reunir a todos los niños del vecindario, encadenarlos y ponerles perros. Podría matar accidentalmente a uno o dos, pero no habría tenido la intención de hacerlo, y tal vez tomaré algunas fotos de mi esposa de pie junto a los cadáveres, y luego les mostraré las fotos a los otros niños, y finalmente, tal vez, podría averiguar a dónde va mi hijo después de la práctica del coro. Después de todo, solo haré lo que la administración estadounidense ha estado tolerando desde el 11 de septiembre.

Publicado originalmente en The Guardian el 16 de Junio de 2004. Recogido en el libro "Terry Jones's war on the war on terror"

PS. Dejo el original porque seguro que San Google habrá dejado algo mal traducido

For some time now, I've been trying to find out where my son goes after choir practice. He simply refuses to tell me. He says it's no business of mine where he goes after choir practice and it's a free country.

Now it may be a free country, but if people start going just anywhere they like after choir practice, goodness knows whether we'll have a country left to be free. I mean, he might be going to anarchist meetings or Islamic study groups. How do I know?

The thing is, if people don't say where they're going after choir practice, this country is at risk. So I have been applying a certain amount of pressure on my son to tell me where he's going. To begin with I simply put a bag over his head and chained him to a radiator. But did that persuade him? Does the Pope eat kosher?

My wife had the gall to suggest that I might be going a bit too far. So I put a bag over her head and chained her to the radiator. But I still couldn't persuade my son to tell me where he goes after choir practice.

I tried starving him, serving him only cold meals and shaving his facial hair off, keeping him in stress positions, not turning his light off, playing loud music outside his cell door - all the usual stuff that any concerned parent will do to find out where their child is going after choir practice. But it was all to no avail.

I hesitated to gravitate to harsher interrogation methods because, after all, he is my son. Then Donald Rumsfeld came to my rescue.

I read in the New York Times last week that a memo had been prepared for the defence secretary on March 6 2003. It laid down the strictest guidelines as to what is and what is not torture. Because, let's face it, none of us want to actually torture our children, in case the police get to hear about it.

The March 6 memo, prepared for Mr Rumsfeld explained that what may look like torture is not really torture at all. It states that: if someone "knows that severe pain will result from his actions, if causing such harm is not his objective, he lacks the requisite specific intent even though the defendant did not act in good faith".

What this means in understandable English is that if a parent, in his anxiety to know where his son goes after choir practice, does something that will cause severe pain to his son, it is only "torture" if the causing of that severe pain is his objective. If his objective is something else - such as finding out where his son goes after choir practice - then it is not torture.

Mr Rumsfeld's memo goes on: "a defendant" (by which he means a concerned parent) "is guilty of torture only if he acts with the express purpose of inflicting severe pain or suffering on a person within his control".

Couldn't be clearer. If your intention is to extract information, you cannot be accused of torture.

In fact, the report went further. It said, if a parent "has a good-faith belief [that] his actions will not result in prolonged mental harm, he lacks the mental state necessary for his actions to constitute torture". So all you've got to do to avoid accusations of child abuse is to say that you didn't think it would cause any lasting harm to the child. Easy peasy!

I currently have a lot of my son's friends locked up in the garage, and I'm applying electrical charges to their genitals and sexually humiliating them in order to get them to tell me where my son goes after choir practice.

Dick Cheney's counsel, David S Addington, says that's just fine. William J Haynes, the US defence department's general counsel, agrees it's just fine. And so does the US air force general counsel, Mary Walker.

In fact, practically everybody in the US administration seems to think it's just fine, except for the state department lawyer, William H Taft IV, who perversely claims that I might be opening the door to people applying electrical charges to my genitals and sexually humiliating me.

So I'm going to round up all the children in the neighbourhood, chain them and set dogs on them. I might accidentally kill one or two - but I won't have intended to - and perhaps I'll take some photos of my wife standing on the dead bodies, and then I'll show the photos to the other kids, and finally, perhaps, I might get to find out where my son goes after choir practice. After all, I'll only be doing what the US administration has been condoning since 9/11.

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El valor de lo público

 « Una vez que dejamos de valorar más lo público que lo privado, seguramente estamos abocados a no entender por qué hemos de valorar más la ley —el bien público por excelencia— que la fuerza. »

Tony Judt (1948–2010)

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Bóvedas de acero

El doctor Fastolfe comentó con evidente sorpresa:

—¿Se encuentran ustedes satisfechos con la vida que llevan en la Tierra? ¿Cómo continuarán? Su población sigue aumentando. Es evidente que la Tierra se encuentra en un callejón sin salida.

—Aguantaremos —repuso Baley.

—Las dificultades serán enormes, lo cual significa inseguridad para el futuro.

Baley se movió inquieto en su silla.

—Ya he escuchado todo esto antes. Los medievalistas desean poner fin a las ciudades. Desean que regresemos a la tierra y la agricultura natural. Pues están locos. No podemos hacerlo. Es imposible caminar para atrás en la historia. Por otra parte, si la emigración a los Mundos Exteriores no estuviese restringida…

—Usted ya sabe por qué debe restringirse.

—Entonces…

—¿Y por qué no intentan una emigración a nuevos mundos? Hay millones de estrellas en la galaxia. Se estima que existen cien millones de planetas que son habitables o que pueden serlo.

—¡Eso es ridículo!

—¿Por qué? Los terrícolas han colonizado otros planetas en el pasado. Más de treinta de los cincuenta Mundos Exteriores, incluso Aurora, donde yo nací, fueron colonizados directamente por terrícolas. ¿Acaso ya no es posible la colonización?

—Bien…

—Permítame sugerir que si ya no es posible, se debe al desarrollo de la cultura de las ciudades en la Tierra. Antes de las ciudades, la vida humana en la Tierra no era tan especializada que no pudiesen emigrar y comenzar una nueva etapa en un mundo primitivo. Lo hicieron treinta veces. Pero ahora los terrícolas están tan reblandecidos, tan aprisionados en sus bóvedas de acero, que se encuentran sujetos, apresados para siempre. Usted, señor Baley, ni siquiera cree que un habitante de esta ciudad sea capaz de cruzar las campiñas para llegar a Espaciópolis. Cruzar el espacio para llegar a un nuevo mundo debe representar algo tan imposible como la cuadratura del círculo. El civismo está arruinando la Tierra, señor.

 Isaac Asimov, “Bóvedas de Acero.” (1954)

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El miedo incrementa la productividad

El miedo incrementa la productividad

"La individualización que acompaña a la pérdida de solidaridad y a la competencia total provoca miedo. La pérfida lógica del neoliberalismo reza: el miedo incrementa la productividad"

-Byung-Chul Han- 

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Sobre la libertad de la voluntad

«Pensemos en un hombre que, estando en la calle, se dijera: "Son las 6 de la tarde, la jornada de trabajo ha terminado. Ahora puedo dar un paseo; puedo ir al club; puedo también subir a la torre, a ver ponerse el sol; también puedo ir al teatro; y puedo visitar a este o aquel amigo; puedo también bajar hacia la puerta de la ciudad, hasta el ancho mundo, y no volver nunca. Todo eso depende sólo de mí, tengo total libertad para ello; sin embargo, ahora no hago nada de eso sino que, igual de voluntariamente, me voy a casa con mi mujer".

Esto es exactamente igual que si el agua dijera: "Puedo formar altas olas (¡sí! en el mar y la tempestad); puedo bajar impestuosa (¡sí! en el cauce de la corriente); puedo precipitarme espumosa y burbujeante (¡sí! en la cascada); puedo subir libre hasta el aire en forma de chorro (¡sí! en los surtidores); puedo, en fin, cocer y desaparecer (¡sí! a 80 grados de calor); sin embargo, ahora no hago nada de todo eso sino que me quedo voluntariamente quieta y clara en el especular estanque".

Así como el agua sólo puede hacer todo aquello cuando se producen las causas determinantes de una cosa o la otra, igualmente aquel hombre no puede hacer lo que imagina poder más que bajo la misma condición.(...) Volvamos ahora a aquel hombre presentado que deliberaba a las 6, y supongamos que se da cuenta de que yo estoy ante él, que filosofo sobre él y niego su libertad para todas aquellas acciones posibles para él; entonces podría fácilmente ocurrir que él, para rebatirme, ejecutara una de ellas: pero entonces, habría sido precisamente mi negación y su efecto sobre su espíritu de contradicción el motivo que le forzase a ello.»

(Schopenhauer,"Sobre la Libertad de la Voluntad", 1839)

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Cómo rechazar educadamente a una mujer enamorada

Una situación peliaguda: alguien está enamorado de uno, pero uno no le corresponde. En un caso así, la cortesía obliga a proceder con delicadeza.

Pongamos que usted es un hombre. En la fiesta de cumpleaños de una vieja amiga suya, hacia la una de la madrugada, conoce a una mujer. Ya está comprometido, pero la mujer lo ignora, y usted tampoco se apresura a revelarle que sale con alguien que esa noche se ha quedado en casa por culpa de un ligero resfriado. Tiene dos motivos para ocultarle esta información: por un lado, no hacerlo sería tomado como una ofensa. Una breve mención a la persona con la que comparte su vida sería una manera tosca de dar a entender a la mujer de esa noche que se ha percatado de su interés por usted. Por otro lado, oculta su relación porque el encuentro no está desprovisto de cierta tensión incipiente que a usted, por lo menos durante las horas que dura una fiesta, le apetece saborear.

Habla del trabajo, de sus dificultades de relación con el jefe, de viajes pasados y futuros (¡Roma, Finlandia en otoño!), de si cocinar es divertido o más bien irritante, y tras la tercera copa de vino, que les ha soltado la lengua a ambos, usted y la mujer de esa noche están de un humor divertido-jovial. Observan y critican a los demás invitados. Intercambian comentarios despectivos sobre una mujer de edad madura que se muestra extraordinariamente animada.

Criticar permite medir el grado de familiaridad. El que critica expresa abiertamente sus pensamientos más bajos, y espera de ellos que sean apreciados. Esa noche, efectivamente, son apreciados: usted y la mujer se ríen juntos. De pronto se ha hecho muy tarde, en algún lugar cae al suelo una botella de cerveza, cuatro mujeres achispadas bailan exaltadas al son de una canción hortera de los ochenta. Usted se mantiene apartado del tumulto, en un rincón solitario, y casi se produce un impensado contacto con su interlocutora, la insinuación de un beso. ¡Hora de marcharse! Tras la cuarta copa de vino, que alberga en su seno el peligro de un encuentro incontrolable, abandona precipitadamente la fiesta. Con el pretexto de tener un montón de trabajo a la mañana siguiente, se despide de su nueva amistad con un discreto abrazo mientras acuerdan encontrarse pronto para tomar un café.

Algo resultaba molesto. ¿Quizá su risa demasiado escandalosa? ¿O aquellos agresivos zapatos de punta que sugerían falta de clase? Al fin y al cabo, son siempre estas nimiedades las que acaban decidiendo en cuestión de amores. Aunque quizá se trataba sencillamente del temor mezquino a las complicaciones que traen consigo las aventuras amorosas, a la confesión que, tarde o temprano, no habría podido evitar: efectivamente, usted ya está con alguien, aunque, bueno, ¡faltaría más!, tampoco tiene nada contra un romance sin compromiso. Ah, pero habría que hablar. No le gusta hablar de una relación antes de que empiece. Después de todo, seguramente los zapatos no han tenido nada que ver.

Dos días más tarde, naturalmente, llega su SMS: «¿Un café? ¿Hoy? ¿O mejor mañana?». Redactado con intencionado buen humor. ¿Qué hacer? Nada, será lo mejor. No reaccionar. Aunque… no responder justo después de la fiesta… no puede ser. Mejor: ganar algo de tiempo. Así que responde: «Encantado, pero ahora demasiado ocupado. Escribo próxima semana. ¡Besos!».

Al cabo de una semana, no escribe nada de nada. Un modo ejemplar de cortar el contacto. Ahora, la rechazada tiene una mala opinión de usted. Ya contaba con ello, pues aquel que pretende rechazar a la enamorada con delicadeza debe dar cuanto antes la impresión de ser una persona de poco fiar, y sobre todo de ser una persona enormemente difícil. Difícil, no malvada, naturalmente… ¿Quién sabe si la enamorada volverá a encontrarse alguna vez con usted? ¿O si, mediante calumnias, intentará dañar su reputación?

Rechazar consideradamente a las mujeres enamoradas jamás debe perjudicar al rechazador. Se trata más bien de conseguir con maestría que las enamoradas crean que son ellas las que han perdido el interés por uno. Tratar a las mujeres enamoradas con delicadeza significa hacer brotar en ellas el autoengaño.

Por otro lado, resulta particularmente enojoso el caso en que, por culpa de una lacónica retirada, a uno se le atribuye cierta aura de misterio; el caso en que las mujeres, debido al presunto carácter complicado de uno, se sienten atraídas por él y lo quieren curar, motivo por el cual escriben un segundo e incluso un tercer SMS de no menos excelente humor. En este caso, lo único que da resultado es un obstinado silencio.

Sin embargo, como es de suponer, en esa fiesta no todo el mundo es tan prudente como usted. La mayoría, tras la cuarta copa de vino, hace lo posible por abandonarse al viejo juego de los cuerpos. Entonces, a lo sumo unos pocos días tras el primer encuentro, en algún dormitorio sonará de fondo una música suave. Y a la mañana siguiente alguien se sentará a la mesa de la cocina, mirará por la ventana, removerá su taza y fingirá estar de un humor excelente. Y presentirá que, tras una tórrida noche de amor, volverá a ser objeto del deseo. En estos casos, resulta muy socorrida la argumentación, tan manida, de que no se está preparado, que la última relación ha sido tormentosa y traumática, que sencillamente todavía no se ha superado, no se ha recobrado el equilibrio, y que las heridas del alma, aún sin cicatrizar, impiden brotar al nuevo amor, por otro lado tan maravilloso. En ese momento, hay que poner ojos tristes y encogerse de hombros. También se puede mostrar cierto desconcierto. Al menos a algunas enamoradas, eso las desalienta. A otras no.

Existen las enamoradas pertinaces. Las enamoradas pertinaces inquieren el verdadero motivo de la falta de amor; las enamoradas pertinaces, las muy infelices, presienten que uno miente. Pero ¿y si es el aspecto externo lo que no nos es del todo satisfactorio? Resulta impensable responder que la culpa es de la edad, del exceso de kilos, de la piel desagradable de la mujer enamorada. En un caso así, hay que responder siempre con evasivas, mostrando un enorme desconcierto, alegando que cuesta expresar en palabras las cuestiones de amor. Lo que, bien mirado, es completamente falso, pero constituye una afirmación cuya plausibilidad goza del asentimiento general.

El arte de no decir la verdad. Adam Soboczymski

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La llamada de Cthulhu

"A mi parecer, no hay nada más misericordioso en el mundo que la incapacidad del cerebro humano de correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de mares negros e infinitos, pero no fue concebido que debiéramos llegar muy lejos. Hasta el momento las ciencias, cada una orientada en su propia dirección, nos han causado poco daño; pero algún día, la reconstrucción de conocimientos dispersos nos dará a conocer tan terribles panorámicas de la realidad, y lo terrorífico del lugar que ocupamos en ella, que sólo podremos enloquecer como consecuencia de tal revelación, o huir de la mortífera luz hacia la paz y seguridad de una nueva era de tinieblas."

(Howard Phillips Lovecraft)

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Los negros son perezosos

"Los negros en Cuba son libres, pueden contratar compromisos, trabajar o no trabajar, y creo que la esclavitud era para ellos mucho mejor que esta libertad que sólo han aprovechado para no hacer nada y formar masas de desocupados. Todos quienes conocen a los negros os dirán que en Madagascar, en el Congo, como en Cuba son perezosos, salvajes, inclinados a actuar mal, y que es preciso conducirlos con autoridad y firmeza para obtener algo de ellos. Estos salvajes no tienen otro dueño que sus propios instintos, sus apetitos primitivos". Antonio Cánovas del Castillo, Le Journal (17 de noviembre de 1896)

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Código de Hammurabi

Leyes:

1 Si un hombre acusa a otro hombre y le imputa un asesinato pero no puede probarIo, su acusador será ejecutado.

2 Si un hombre le imputa a otro hombre actos de brujería pero no puede probarlo, el que ha sido acusado de magia tendrá que acudir al divino Río y echarse al divino Río y, si el divino Río se lo lleva, al acusador le será lícito quedarse con su patrimonio. Pero si el divino Río lo declara puro y sigue sano y salvo, quien le acusó de magia será ejecutado. El que se echó al divino Río se quedará con el patrimonio de su acusador.

3 Si un hombre acude ante un tribunal con falso testimonio y luego no prueba su declaración , si se trata de un caso con pena de muerte, ese hombre será ejecutado.

4 Si acude a atestiguar en un proceso sobre cebada o dinero, pagará la multa de ese proceso.

5 Si un juez instruye un caso, dicta sentencia y extiende veredicto sellado, pero luego modifica su sentencia, al juez le probarán que ha cambiado la sentencia y la suma de la sentencia la tendrá que pagar 12 veces. Además, en pública asamblea, le echarán de su sede judicial de modo irrevocable y nunca más podrá volver a sentarse con jueces en un proceso.

6 Si un hombre roba algo propiedad del dios o del Palacio será ejecutado y el que haya aceptado de sus manos lo robado sera ejecutado también.

7 Si un hombre compra o recibe en depósito plata u oro o un esclavo o esclava o un buey, o una oveja, o un asno, o lo que sea, de manos de un hijo de un hombre o del esclavo de un hombre sin testigos ni contrato, ese hombre es un ladrón; será ejecutado.

8 Si un hombre roba un buey o una oveja, o un asno, o un cerdo, o una barca, sean del dios o del Palacio, lo devolverá 30 veces; si son de un individuo común, lo devolverá 10 veces. Si el ladrón no tiene con qué devolver, será ejecutado.

9 Si un hombre que ha perdido una cosa suya halla lo perdido en manos de otro hombre, y el hombre en cuyas manos se halla lo perdido declara: «Un vendedor me lo vendió; lo compré ante testigos», y si el dueño de lo perdido declara: «Voy a presentar testigos que conocen la cosa perdida por mí», y si el comprador presenta al vendedor que se la vendió y a los testigos ante los que compró y el dueño de lo perdido presenta también a los testigos que conocían lo perdido por él, los jueces examinarán sus declaraciones; además, tanto los testigos ante los que se compró como los testigos que conocían lo perdido declararán lo que saben ante [el] dios. Si según ello, el ladrón es el vendedor; que sea ejecutado. El dueño de lo perdido recuperará lo perdido. El comprador recuperará el dinero que pagó del patrimonio del vendedor .

10 Si el comprador no presenta al vendedor que se lo vendió ni a los testigos ante los que compró, mientras que el dueño de lo perdido presenta a los testigos que conocen lo perdido, el ladrón es el comprador; que sea ejecutado. El dueño de lo perdido recuperará lo que perdió.

 11 Si el dueño de lo perdido no presenta testigos que reconozcan lo perdido, es un embaucador: ha extendido rumores calumniosos; que sea ejecutado.

12 Si al vendedor le llega su última hora, el comprador se resarcirá con 5 veces lo que reclamaba en el caso.

13 Si ese hombre no tiene entonces los testigos a mano, los jueces fijarán un plazo de hasta 6 meses. Si no presenta a sus testigos en 6 meses, ese hombre es un embaucador; que cargue con toda la multa del juicio.

(...)

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La genial respuesta de James Joyce ante su bloqueo de escritor

La genial respuesta de James Joyce ante su bloqueo de escritor

El bloqueo del escritor genera frustración, desesperación y desasosiego. ¿Existe una solución? Quizás, tomárselo con algo de humor, como se dice que hizo James Joyce cuando alguien (en las versiones varía el quién), le vio ante una hoja en blanco sin saber qué escribir ni cómo empezar.

– ¿Qué, señor Joyce, buscando las palabras?
– No, si las palabras las tengo todas, lo que estoy buscando es el orden.
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El material más duro

¿De qué materia está hecho tu caparazón?, pregunté a la tortuga.

De miedos acumulados. No hay nada más duro en el mundo.

Vida y destino. Vasili Grossmann.

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Pero, ¿qué es en realidad la ciencia ficción?

Como con cualquier definición, es necesario explicar los elementos que la constituyen. Entiendo por "ciencia moderna" la cosmovisión científica de los siglos XIX y XX, sobre todo la cosmovisión aceptada por las personas inteligentes pero profanas en materia científica.

Brian Aldiss ha dicho alguna vez que “la cf no se escribe para los científicos como tampoco los relatos de fantasmas se escriben para los fantasmas”. Podría argüirse que la cosmovisión científica llegó a ser un patrimonio colectivo a finales del siglo XIX. En esa época, la concepción newtoniana del universo físico se había difundido en los niveles intelectuales más bajos. Y, lo que tal vez fuera más importante, la geología de Lyell y la biología evolucionista de Darwin habían comenzado a tener una importante repercusión. Esos avances científicos abrieron nuevas perspectivas a la imaginación de los hombres y mujeres comunes y corrientes: perspectivas de espacio (estrellas y galaxias lejanas), de tiempo pretérito (el dinosaurio y el “hombre de las cavernas”) y futuro (el fin de la raza humana y de la Tierra). Pero, por encima de todo, establecieron la idea de cambio, la comprensión de que hemos evolucionado a partir de antepasados simiescos y que podríamos continuar evolucionando en el futuro. También fue muy importante el impacto de las teorías socialistas del siglo XIX, incluido el marxismo. Mostraron que las sociedades también estaban sujetas a cambios drásticos. La utopía dejó de ser una vaga localización en un mapa fantástico y se convirtió en una posibilidad futura. La gente tomó conciencia de cuánto había cambiado realmente su sociedad como consecuencia de la innovación tecnológica (el tren de vapor, el telégrafo eléctrico, etcétera), y comenzó a advertir cuánto más podía llegar a cambiar en un futuro previsible. Sobre este trasfondo, Verne comenzó a escribir sus voyages extraordinaires y Wells a producir sus "romances científicos".

La ciencia ficción se había convertido en una necesidad.

David Pringle, "Ciencia Ficción. Las 100 mejores novelas. Una selección en lengua inglesa, 1949-1984."

 

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Dos formas de ser tonto

Ser de izquierdas, como ser de derechas, es una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser imbécil: ambas son, en efecto, formas de hemiplejia moral.

La rebelión de las masas. José Ortega y Gasset.

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El programa oculto de las escuelas

Los primeros propietarios de minas, talleres y factorías de la Inglaterra en proceso de industrialización descubrieron, como escribió Andrew Ure en 1835, que era “casi imposible transformar a las personas que han rebasado la edad de la pubertad, ya procedan de ocupaciones rurales o artesanales, en buenos obreros de fábrica.

Construida sobre el modelo de la fábrica, la educación general enseñaba los fundamentos de la lectura, la escritura y la aritmética, un poco de Historia y otras materias.

Esto era el “programa descubierto”.

Pero bajo él existía un “programa encubierto” o invisible, que era mucho más elemental. Se componía —y sigue componiéndose en la mayor parte de las naciones industriales— de tres clases: una, de puntualidad; otra, de obediencia y otra de trabajo mecánico y repetitivo.

La tercera ola. Alvin Toffler.

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Proverbio etíope

No censuren a los dioses por haber creado al tigre; agradézcanles más bien por no haberle dado alas.

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Precio, valor, y utilidad, por Poggio Bracciolini

Facecia 74. Del duque de Anjou, que mostró a Ridolfo un rico tesoro

Se hablaba un día, en compañía de personas doctas, sobre la vanidad de las personas que se esfuerzan sobremanera en conseguir y comprar piedras preciosas, y dijo uno:

Con razón le hizo notar Ridolfo de Camerino al duque de Anjou su estupidez cuando viajaba éste por el reino de Nápoles. Un día que Ridolfo había ido a visitar al duque al campamento, éste le mostró un tesoro muy valioso en el cual había brillantes, perlas, zafiros, y todas esas piedras que se tienen en gran aprecio. Vistas las piedras, preguntó Ridolfo cuánto costaban y para qué servían. El duque respondió que tenían un gran valor, pero que no tenían ninguna utilidad. Replicó Ridolfo: "Os mostraré", le dijo, "dos piedras que me cuestan diez florines y me rentan doscientos florines al año", y condujo al duque, maravillado ante tal afirmación, a un molino que había hecho construir y le mostró dos piedras de moler diciéndole que por utilidad y valor superaban a sus piedras preciosas.

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Cerrilidad

Conozco a muchas personas que, si ven por la calle a alguien que suponen fallecido, estarán antes dispuestas a pensar que ese viandante ha resucitado que a reconocer que se habían equivocado.

La investigación. Stanislaw Lem

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Winston Churchill sobre Mussolini (1927)

"No he podido dejar de quedar fascinado, como tantas otras personas, por el porte cortés y sencillo del Excmo. Sr. Mussolini […]. Su único pensamiento es el bienestar duradero del pueblo italiano […]. Es perfectamente absurdo declarar que el gobierno italiano no descansa sobre una base popular o que no se sostiene en el consenso activo y práctico de las grandes masas […]. De haber sido italiano, estoy convencido de que habría estado completamente a vuestro lado desde el principio hasta el final en vuestra lucha contra los bestiales apetitos y las pasiones del leninismo […]. Desde un punto de vista externo, vuestro movimiento ha hecho un gran servicio al mundo entero”. 

Winston Churchill en conferencia de prensa en la embajada del Reino Unido en Roma, 20 de enero de 1927

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La desobediencia de los pobres

“Con frecuencia nos dicen que los pobres agradecen las caridades y beneficios que se les hacen. Pero, si algunos de ellos indudablemente lo hacen, los mejores de entre los pobres no son nunca agradecidos. Antes al contrario, son desagradecidos, descontentadizos, indóciles y hasta rebeldes. Y hay que reconocer que, después de todo, están en su perfecto derecho. Comprenden que la caridad es una forma absurdamente inadecuada de restitución parcial o un donativo sentimental, casi siempre acompañado de una tentativa impertinente de tiranizar su vida privada…. En lo que se refiere a su descontento, un hombre que no estuviese a disgusto en tal ambiente y con una vida semejante sería un perfecto estúpido. La desobediencia, a los ojos de todo el que haya leído algo de historia, es la virtud original del hombre.”

Oscar Wilde, El alma del hombre bajo el socialismo

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El verdadero mecanismo de la democracia

Puedo explicarlo mejor con un ejemplo.

Digamos, y no es un supuesto muy inexacto, que en Hamburgo hay un diez por ciento de personas que apoyan al partido comunista. Y hay también, aproximadamente, un diez por ciento de votantes que nos apoyan a nosotros.

El ochenta por ciento restante son gente moderada, o pusilánime, o egoísta, que piensa solamente en cambiar un sillón, ganar un poco más, criar a sus hijos y salir a pasear los domingos.

¿A quienes votarán esos cuando se terminen de dar cuenta de la que paz no es posible?

¿A quién votarán cuando caigan en la cuenta de que la revolución es inevitable y que sólo pueden elegir entre los rojos y nosotros?

Yo os lo diré: al que más miedo de.

Así funciona realmente la democracia en tiempos violentos.

Discursos. Joseph Goebbels.

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Sonetos que se cruzaron Góngora y Quevedo

Contra Don Luis de Góngora y su poesía.

Este cíclope, no sicilïano,

del microcosmo sí, orbe postrero;

esta antípoda faz, cuyo hemisfero

zona divide en término italiano;

este círculo vivo en todo plano;

este que, siendo solamente cero,

le multiplica y parte por entero

todo buen abaquista veneciano;

el minoculo sí, mas ciego vulto;

el resquicio barbado de melenas;

esta cima del vicio y del insulto;

éste, en quien hoy los pedos son sirenas,

éste es el culo, en Góngora y en culto,

que un bujarrón le conociera apenas.

Responde Góngora.

Anacreonte español, no hay quien os tope. 

Que no diga con mucha cortesía, 

Que ya que vuestros pies son de elegía, 

Que vuestras suavidades son de arrope

¿No imitaréis al terenciano Lope, 

Que al de Belerofonte cada día. 

Sobre zuecos de cómica poesía

Se calza espuelas, y le da un galope? 

Con cuidado especial vuestros antojos 

Dicen que quieren traducir al griego, 

No habiéndolo mirado vuestros ojos. 

Prestádselos un rato a mi ojo ciego, 

Porque a luz saque ciertos versos flojos, 

Y entenderéis cualquier gregüesco luego.



Contraataca Quevedo.

Yo te untaré mis obras con tocino

Porque no me las muerdas, Gongorilla, 

Perro de los ingenios de Castilla, 

Docto en pullas, cual mozo de camino.

Apenas hombre, sacerdote indino, 

Que aprendiste sin christus la cartilla; 

Chocarrero de Córdoba y Sevilla, 

Y en la Corte, bufón a lo divino. 

¿Por qué censuras tú la lengua griega 

siendo sólo rabí de la judía, 

cosa que tu nariz aun no lo niega? 

No escribas versos más, por vida mía; 

Aunque aquesto de escribas se te pega, 

Por tener de sayón la rebeldía.



Responde Góngora.

Cierto poeta, en forma peregrina

cuanto devota, se metió a romero,

con quien pudiera bien todo barbero

lavar la más llagada disciplina.

Era su benditísima esclavina,

en cuanto suya, de un hermoso cuero,

su báculo timón del más zorrero

bajel, que desde el Faro de Cecina

a Brindis, sin hacer agua, navega.

Este sin landre claudicante Roque,

de una venera justamente vano,

que en oro engasta, santa insignia, aloque,

a San Trago camina, donde llega:

que tanto anda el cojo como el sano.

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Brindis por los que tenemos más de 40

Brindemos por que no nos vaya peor: mejor ya nos fue.

Picnic sobre hielo. Andrei Kurkov

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La estupidez y la guerra

—¿Con cuántos hombres cuenta este batallón? —masculló Lederlingen.

    Tunny respiró hondo.

    —Cuando dejamos Adua, constaba de unos quinientos. Ahora mismo, cuatrocientos, más o menos, recluta arriba, recluta abajo.

    —¿Cuatrocientos? —dijo Klige—. ¿Y vamos a cruzar todos esa ciénaga?

    —¿Qué clase de ciénaga es? —murmuró Worth.

    —¡Es una ciénaga! —gritó Yema, como si se tratara de un perro enano furioso que ladrara a otro más grande—. ¡Una puñetera ciénaga! ¡Una enorme charca de barro! ¿Acaso hay otra clase de ciénaga?

    —Pero…—Lederlingen miró fijamente a Forest, luego a su caballo, sobre el que acababa de cargar casi todo su equipo y parte del de Tunny—. Eso es una estupidez.

    Tunny se frotó los ojos cansados con el pulgar y el índice. ¿Cuántas veces se lo iba a tener que explicar a esos reclutas?

    —Miren. Deben tener en cuenta que las personas se comportan de manera estúpida casi todo el tiempo. Los viejos cuando se emborrachan. Las mujeres en las ferias de las aldeas. Los chavales cuando les lanzan piedras a los pájaros. Así es la vida. Está repleta de necedad y vanidad, de egoísmo y derroche. De mezquindad y tontería. Pero creen que en la guerra eso va a ser distinto, que va a ser todo mucho mejor. Que como la muerte aguarda a la vuelta de cada esquina, todos se unirán frente a las adversidades y juntos combatirán al astuto enemigo, que la gente pensará más, mejor y más rápido. Que todo será… mejor. Que serán héroes.

    Acto seguido, se dispuso a descargar los paquetes de la silla de su yegua.

    —Pues no. Todo sigue igual. De hecho, por culpa de tanta presión, de tantas preocupaciones y de tanto miedo es todo mucho peor. Hay muy pocos hombres que piensen con mayor claridad cuando hay tanto en juego. Por eso, la gente se comporta de forma más estúpida en una guerra que durante el resto del tiempo. Siempre están pensando en cómo esquivar las culpas, o cómo alcanzar la gloria, o cómo salvar el pellejo, en vez de en algo que realmente sirva para algo. No hay otro trabajo en donde se perdone más la estupidez que el de soldado. Ningún otro trabajo la fomenta más.


Fragmento de Los Héroes (2011) de Joe Abercrombie

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