En prácticamente la mayoría de países del planeta las redes de carreteras cuentan con límites de velocidad establecidos (algunos con más sentido y otros, directamente, absurdos), aunque todavía quedan algunos reductos que son el paraíso para los amantes de la velocidad pura o simplemente para quien no le encuentra sentido a tener el mismo límite que cuando el tráfico eran SEAT 600.