Solo somos capaces de liderar nuestra vida cuando nos apoyamos en las fortalezas de nuestro carácter. Sin embargo, ciertos caracteres tienen mejor fama que otros y aquí reside el error. En el caso de las empresas, es frecuente creer que el líder es aquel que se mueve como pez en el agua en las relaciones personales o que tiene un sex appeal especial para entusiasmar a los otros. Creemos que para conseguirlo debemos ser extrovertidos y con una oratoria magnífica.