Pilar quiso vender su casa de Vic, en Barcelona. Había conseguido plaza fija en un ambulatorio de Reus y dejó que una agencia la enseñara a unos posibles compradores: "llegó el ocupa, empujó a todo el mundo, se sentó en el sofá y dijo que no se iba"
Sin periodistas, sin observadores, sin organizaciones internacionales, Marruecos veta la entrada de cualquiera que pueda ser testigo de su brutal ocupación. Los saharauis desprotegidos son víctimas también del olvido.