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Asalto a la junta: cómo los trabajadores consiguieron que Starbucks se sentara a negociar

La nueva oleada en el sindicalismo estadounidense está utilizando fondos de inversión para llevar sus protestas hasta las asambleas de accionistas

Starbucks Workers Union
Miembros del Sindicato de Trabajadores de Starbucks en una manifestación frente a una tienda Starbucks en Nueva York el 16 de noviembre de 2023.BRENDAN MCDERMID (REUTERS)

En las reuniones de la junta directiva de Starbucks siempre hay dos sillas vacías. Una representa a los trabajadores y la otra a los clientes. Fue una idea de Howard Schultz, consejero delegado de la empresa en varias ocasiones y quien transformó la empresa en la mayor cadena de cafeterías del mundo. Él aseguraba que era una forma de tener siempre presente que las decisiones debían tomarse pensando en ellos, los empleados, y no en los accionistas. Pero los trabajadores de la compañía de cafés se han cansado de la metáfora: han decido convertirse en accionistas y que el eterno sillón vacío deje de estarlo. Y es que el futuro del trabajo también pasa por nuevas fórmulas de lucha sindical.

En diciembre de 2021 se formó el primer sindicato de Starbucks, en Búfalo, Nueva York. Desde entonces, cerca de 10.000 trabajadores de las más de 400 cafeterías de las 9.000 que hay en Estados Unidos han elegido el Starbucks Workers United (SWU) como su representante. Pero no ha sido hasta febrero de 2024 que la empresa ha aceptado comenzar una negociación colectiva del convenio con el sindicato. Tras más de dos años de protestas, ha sido una maniobra de activismo accionarial la que lo ha hecho posible.

“El accionista activista es el que dice públicamente que no está de acuerdo con ciertas prácticas de la empresa y lleva a cabo una campaña para empujar en otra dirección”, explica Borja Miranda, responsable de fusiones, adquisiciones y activismo de Morrow Sodali, una firma especializada en estudiar el accionariado de las empresas. “Son accionistas que no tienen el poder suficiente y buscan sumar apoyos para lograr una masa crítica capaz de aprobar lo que piden”, apunta. Ese era el objetivo de los trabajadores cuando utilizaron sus acciones para proponer tres nombres que ocuparan un asiento en la nueva junta directiva, aprovechando la asamblea de accionistas que se celebró el 13 de marzo.

La propuesta la presentaba el Centro de Organización Estratégica (SOC, por sus siglas en inglés), una pequeña sección dentro de una coalición de sindicatos que agrupa a más de 2 millones de trabajadores. Una de sus ramificaciones es un fondo de inversión, con el mismo nombre, que gestiona el dinero de la jubilación de sus afiliados para que reciban una mejor pensión. Ese dinero, convertido en acciones, les ha permitido presionar a otras grandes empresas como Amazon, McDonald’s o Tesla.

Los 16.000 dólares en acciones de Starbucks que poseen suponen menos del 0.001% del total, pero junto a la propuesta de candidatos, lograron mandar un mensaje a los accionistas. “En un momento en que Starbucks se ha fijado el ambicioso objetivo de abrir más de 17.000 nuevas tiendas para 2030, no puede desperdiciar más recursos luchando contra sus propios trabajadores”, señalaron en un comunicado.

Starbucks ha gastado en el último año 240 millones de dólares, según el SOC, y sus gastos incluyen, entre otros, el pago de abogados y el coste de las sanciones por despidos ilegales y cierres irregulares de algunas tiendas tras la victoria de los sindicatos. Acusaciones que Andrew Trull, portavoz de Starbucks, niega: “Nuestra junta directiva trabaja para garantizar que nuestros movimientos como empresa sigan alineados con los principios de libertad de asociación y la negociación colectiva correcta.”

Dirgirse a los accionistas

Starbucks tiene fama en Estados Unidos de ofrecer salarios más altos y un seguro médico mejor que el resto de compañías del sector. Y aunque la cadena de cafeterías se ha esforzado por negar cualquier movimiento que pudiera calificarse como “antisindical”, el fondo de inversión ha acusado a la dirección de estar deteriorando el prestigio de la compañía: “Starbucks es una empresa en crisis [...] que no ha conseguido una buena gestión del capital humano, dañando gravemente la percepción que clientes, empleados y accionistas tienen de la compañía”.

Este tipo de argumentos cada vez son más frecuentes entre los accionistas. “Empiezan a surgir inversores pequeños, que no son activistas por naturaleza, pero que consideran que algunas prácticas de las compañías tienen que cambiar”, cuenta Borja Miranda. El experto asegura que, de las casi 2.000 campañas de activismo que se conocen a nivel mundial en el último año, la gran mayoría han estado relacionadas con la gobernanza, políticas medioambientales y asuntos sociales. Para el responsable de activismo de Morrow Sodali la mayoría de las veces el objetivo es “salvaguardar la cadena de valor de las compañías”, conservar su prestigio.

Aprovechar una asamblea de accionistas para presionar a la empresa es solo una estrategia más dentro de un movimiento sindical que está resurgiendo en Estados Unidos. Desde 2021, el número de huelgas se ha duplicado y la cantidad de trabajadores implicados se ha multiplicado casi por cuatro, según la ILR School. Ese mismo año se crearon los primeros sindicatos en Starbucks gracias a una estrategia llamada “salting”, rescatada de principios del siglo XX y que consiste en infiltrarse en una empresa con el único objetivo de crear una organización sindical. Arjae Rebbmann fue uno de los infiltrados en una de esas cafeterías.

“Fue bastante fácil conseguir el empleo”, recuerda Rebbmann, “las empresas de comida rápida rotan mucho de personal y no se preocupan por quién contratan”. Cuenta a EL PAÍS que durante toda la entrevista mantuvo los brazos cruzados para que no se le viesen la hoz y el martillo tatuados en su antebrazo izquierdo. “Lo difícil del salting es que tienes que trabajar durante meses para ganarte la confianza de todo el mundo, al mismo tiempo que tienes que lidiar con la propaganda antisindical de la empresa y la amenaza de despido para los trabajadores que se organizan”, explica.

Esta misma táctica ha funcionado en Amazon, donde en abril de 2022 consiguieron legalizar el primer sindicato de la empresa. “Son la línea a seguir, el Starbucks Workers United junto al Amazon Labor Union fueron los primeros en empezar a moverse después de 40 años sin movimiento sindical”, señala Jaime Caro, especialista en movimiento obrero estadounidense y colaborador en el periódico especializado El Orden Mundial. La inflación, los efectos pospandemia y una izquierda política que está recuperando el pulso, entre las que se encuentra el SOC, estarían detrás de este resurgir del sindicalismo americano.

Y es que el SOC es, además de una colación de sindicatos con un fondo de inversión, una escuela de sindicalistas vinculada a partidos de izquierdas en los Estados Unidos, como el DSA (Socialistas Democráticos de América), donde militan figuras conocidas como Bernie Sanders o Alexandria Ocasio-Cortez. “Su intención es formar a sindicalistas capaces de llevar a cabo estrategias de lucha y organizativas más radicales, como exigir grandes subidas de salario o el salting, estrategias impensables para los sindicatos tradicionales”, afirma Caro.

El UAW, el sindicato de la industria automovilística, convocó en 2023 una de las huelgas más grandes de la historia de Estados Unidos. A la cabeza estaba Shawn Fein, un líder del que cuelga la etiqueta de radical por sus posiciones izquierdistas y su firmeza en las negociaciones. Los paros en Stellantis, Ford y General Motors se cerraron con una mejora salarial del 25%. “Eso ha tenido un efecto contagio que ha arrastrado a sindicatos mucho menos combativos, como los trabajadores de casinos de Chicago y Atlanta, o los de servicios de Las Vegas, que han firmado una subida del 25%, solo con la amenaza de una huelga”, apunta el experto en movimiento obrero.

La propuesta de los tres candidatos de Starbucks a la junta de accionistas ha sido un paso más en la estrategia sindical. Miranda cree que esto puede producir que “las compañías presten más atención a los aspectos sociales y que los reguladores animen a las empresas a avanzar en esta dirección”. “Es un aviso a navegantes, una llamada para que estén pendientes a las nuevas tendencias”, sentencia.

La victoria del sindicato de Starbucks

El pasado 27 de febrero, Starbucks lanzaba un comunicado: “Hemos acordado con Workers United que comenzaremos las negociaciones para establecer un marco fundacional de la negociación colectiva, incluido un proceso justo para la organización y la resolución de algunos litigios pendientes”. Además, la empresa se ha comprometido reconocer algunas mejoras en las condiciones laborales anunciadas en 2022 para todos los empleados representados por el sindicato.

Con esta victoria, el 5 de marzo, una semana antes de la junta de accionistas, el fondo de inversión del SOC anunció su retirada: “Creemos que es el momento de reconocer el progreso logrado y permitir que la compañía y sus trabajadores se concentren en seguir adelante. Por lo tanto, retiramos nuestras nominaciones”. En ese mismo comunicado pedían al resto de accionistas que continuasen “controlando el desempeño de la Junta y el enfoque de Starbucks en materia de relaciones laborales”.

“Cuando dijimos que íbamos a organizarnos en Starbucks, nos llamaron locos, pero lo hicimos, y hemos ganado” afirma ahora Rebbmann, orgulloso. Los nuevos movimientos sindicales en Estados Unidos están presionando desde varios frentes, el 25% de subida salarial se ha convertido en un referente para muchos conflictos laborales y el apoyo a la labor de los sindicatos llega al 67%, cifras que no se veían desde hace más de 60 años, según una encuesta de Gallup. En la nueva junta de Starbucks, el sillón, por ahora, seguirá vacío, pero los trabajadores estarán más presentes que nunca.

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