Siente rabia al abordar este episodio y recuerda aquella ocasión, una tarde de fiestas de hace muchos años en su propio pueblo, cuando tuvo que poner orden en una manifestación violenta convocada por la izquierda abertzale. Abrió dos cabezas. «No me siento orgulloso, pero sabía que ellos, si pudieran, me matarían. Porque sabes a quién pegas. No es lo mismo disolver una manifestación de radicales, que son tu enemigo, que un problema laboral. Ahí siempre hay alguien que avisa: 'Ojo, que son trabajadores, como nosotros'».