La Sareb, conocido como el banco malo y participado mayoritariamente por el Estado, cuanta aún con miles de viviendas en propiedad procedentes del rescate bancario. El objetivo de la entidad es dar salida a estos activos antes de 2027, pero en su interior aún residen familias que aseguran que se encuentran en peligro ante el deplorable estado de algunos de los pisos. Hacinamiento, condiciones de insalubridad, cortes de suministros e incertidumbre. El contacto es casi imposible y cuando se consigue está plagado de hostigamientos y amenazas.