En China se ha puesto de nuevo de moda comer tigre. Han proliferado las granjas de estos felinos, en un principio ideadas para evitar la extinción de la especie en crítico peligro de desaparecer del ámbito salvaje. Hoy hay unas 200. El adinerado Mr. Xu organizaba reuniones para sacrificar tigres, trocearlos, brasearlos y comerlos. Con su sangre espolvoreada con hueso molido mezclada con vino de arroz acompañaba la carne. “Si os preguntan decid que es ternera o caballo”, aconsejaba a sus invitados.