Hace unas cuantas décadas, un director novel se reunió con un compañero de profesión con una larga filmografía a sus espaldas, mucho más experimentado y sabio que aquel piltrafilla que le quería enseñar su película. Tras aquel pase, el director experimentado se llevó las manos a la cabeza y le dijo al director novel que evitara a toda costa publicarla, que bajo ningún concepto arriesgara su dinero y su prestigio en llevar a término ese futuro fracaso. Pues bien, el director novel de esta anécdota real se llamaba George Lucas...