En los últimos años, los españoles se han ido familiarizado con expresiones como pobreza infantil, crisis alimentaria, precariedad laboral, fenómenos que se consideraban propios de países del tercer mundo, o que se creían extintos en nuestro territorio. Otros tipos de pobreza, que no formaban parte de nuestro vocabulario, son la energética o la de medicamentos, y han irrumpido con fuerza. Todas ellas son distintas caras de una misma realidad.