Arropado, protegido, mimado y suficientemente preparado, el candidato Cañete salió al campo y metió un gol en su propia puerta en la prórroga del día siguiente cuando, soberbia obliga, justificó su bajo rendimiento en el partido versus Elena Valenciano por un acto de galantería: España y yo somos así, señora, dijo este veterano de los tercios de Flandes y los ecos de su bravata resonaron como un poderoso eructo en Bruselas.