En las encuestas electorales de 2015 se está viendo que los partidos tradicionales, y especialmente el PP, se nutren en mayor medida de votantes de mayor edad. Por el contrario, los emergentes, y particularmente Podemos, tienen un electorado más joven. Esto a priori podría interpretarse como una brecha generacional, por un lado, y además abrazarse con optimismo hacia los nuevos partidos, que por razones obvias tendrían más posibilidad de crecimiento en el futuro. Pero cuidado. Un excesivo optimismo a ese respecto puede conducir a engaño.