Frank Keat, de 80 años, ha dedicado cerca de 65 años de su vida a criar y cuidar caballos, su verdadera pasión. La situación de Frank era muy crítica cuando él manifestó su deseo de querer visitar los establos donde trabajó durante tanto tiempo para ver por última vez a sus animales. El encuentro fue "emocionante y abrumador", según palabras de la enfermera Samantha Russell, y se produjo en el patio del hospital, donde llevaron a Frank en su cama al encuentro de su pura sangre.