Ante la realidad desbordante (corrupción,Podemos, Cataluña…), Mariano Rajoy parece armarse con una coraza hecha de indiferencia. Desde que se estrenó como presidente, su manera de ejercer la política se aproximó a las hadas: los dos gozan de una alegría aparente y de un optimismo engañoso, y ambos parecen excesivamente exquisitos para descender a la cruda realidad de la vida cotidiana.Que un dirigente político cultive algo para su ciudadanía implica que sea capaz de disecarla, de purgar en sus problemas y de rellenarlos con soluciones.