Cuando estos días los romanos abren sus paraguas no lo hacen debido a la lluvia, ya que en este mes de diciembre el sol brilla casi a diario en el cielo de la Ciudad Eterna. Pero, en lugar de agua, cae masivamente excremento de pájaro desde las alturas, sobre todo a lo largo del río Tíber. Millones de pájaros, en su mayoría estorninos, se apoderaron de Roma desde finales del otoño. En el cielo sorprenden con sus increíbles formaciones en vuelo, pero luego se posan sobre los árboles para evacuar sus deposiciones. Soltar halcones no funcionó...