En cualquier región del país que nos adentremos —hambrientos y/o sedientos—, encontraremos similar circunstancia con la que corroboraremos la gran insatisfacción reinante; no queda casi ningún comercio estatal o particular funcionando como debiera, desde que fueron desapareciendo de almacenes, mercados paralelos y tiendas los productos básicos para la elaboración de los alimentos. El pasado mes de setiembre faltó primero la harina, luego se esfumó la leche en polvo, así la sal, el azúcar, los huevos, las grasas comestibles, el arroz, los grano