Hay ejemplos de caridad, como Amancio Ortega, que son ridículos por cantidad y por comparación. Por cantidad, porque al segundo hombre más rico del mundo, desembolsar unos cuantos miles de euros es el equivalente a que a cualquiera de nosotrxs se nos caiga un céntimo, uno, del bolsillo. Por comparación, porque podemos comparar con el resto de actos de su vida y nos encontramos a un hombre que ha conseguido su fortuna en Brasil o Bangladesh, pagando a niños.