Los asesores que lo hayan empujado a esta voladura controlada [la entrevista con Jordi Évole] pueden estar satisfechos: la imagen de Mariano no ha salido más perjudicada de lo que estaba. También es verdad que era difícil perjudicarlo más. Los detractores de Mariano confirmaron lo que ya sabían y sus seguidores también habrán corroborado lo que ya ignoraban. En un auténtico alarde de autodestrucción a sangre fría, el presidente permitió que los hechos -la Gürtel, la Púnica, Matas, Rato, el SMS a Bárcenas- lo fuesen vapuleando de arriba abajo.