Basta leer una sola de sus entrevistas para darse cuenta de que Javier Krahe no era uno más, ni mucho menos un oportunista. Merece la pena bucear en su desconocida para muchos discografía y descubrir el talante de este gran compositor, de este alumno aventajado de Brassens.Risa tras risa, desde principio a fin, con sus chascarrillos entre canción y canción, sus oportunas ocurrencias, sus disparatadas letras, sus divagaciones sin parangón, hacían de sus recitales un acontecimiento único en sí mismo.