Colocándolo en términos históricos, el plan es el primer reconocimiento concreto de un presidente, en más de una generación, de que los programas sociales no deben clasificarse como gasto, sino como inversión. La mayoría de los estadounidenses, han sido guiados para ver el gasto social como un obsequio para los que no tienen, sin beneficios a largo plazo para todos. En parte, se debió a que ese gasto se consideró un instrumento para ampliar el apoyo del Partido Demócrata y, por lo tanto, oponerse a él se convirtió en un imperativo partidista.