Pediría sensatez, un pacto de estado, etcétera, pero en fin, para qué. Nadie parece tener la más mínima intención de hacer algo útil o actuar de forma constructiva sobre el tema catalán. La única vía para romper este ciclo de idiotez infinita en el que se ha convertido el debate territorial español es que los partidos en Madrid decidan de una puñetera vez dejar de utilizar la unidad de España como una cachiporra para atizarse entre ellos, y la constatación por parte de los partidos secesionistas que nadie rompe un país con un 47% de los votos.