El pasado martes, el ministro de Defensa de Argentina, Oscar Aguad, reconoció que los 44 tripulantes del submarino desaparecido a mediados de noviembre están muertos. Dejó entrever incluso que la nave podría no ser encontrada nunca. La afirmación fue impactante, no solo para los familiares de los marinos embarcados , sino también para toda una sociedad que se mantuvo en vilo durante las extensas jornadas de rescate, que incluyeron decenas de embarcaciones y aviones de 18 países, entre los que destacan las fuerzas de Argentina, Reino Unido,