Pongamos que se llama "Mariano" y trabaja en el Palacio de la Moncloa. Del día a la noche. Despacha con ministros, secretarios de Estado y demás "peces gordos". Les atiende, escucha lo que dicen, unas veces atentamente y otras, a nuestro Mariano, le entra por un oído y le sale por el otro. Pero sabe que tiene que estar allí e intenta que se vayan contentos. Aunque, últimamente, Mariano cada vez acude menos motivado al trabajo. Pongamos que nuestro Mariano cobra en B. Sí, y trabaja allí, en la sede del Gobierno de España.