Para muchos pueblos antiguos, un niño no se hacía hombre hasta que no iba a la guerra y capturaba o mataba a un enemigo. Los ritos que marcan el paso de la adolescencia a la edad adulta han cambiado mucho a lo largo de la historia y en las distintas culturas. Pero, desde hace ya tiempo, esa transición fundamental pasa por que el joven se convierta en un ser económicamente independiente, se emancipe y forme su propia familia. Una práctica que la crisis y los nuevos estilos de vida están tambaleando estrepitosamente.