Lo único que debe pedirse al gobierno es que tome urgentemente cartas en el asunto, ya sea escuchando las propuestas que han planteado otros partidos, o las que antes llevaban sugiriendo organismos internacionales, entidades sociales y académicos preocupados por el problema. La pobreza infantil es un asunto muy serio. Los escasos 32 millones adicionales comprometidos en los presupuestos de 2015 para familia y infancia en un contexto de necesidades tan acuciantes sí que parecen un broma. Pesada.