La confianza de la población en las instituciones ha alcanzado el mínimo de las últimas tres décadas. Si se compara a los ciudadanos de ese país con los que vivieron en los setenta, ochenta y noventa, se puede afirmar que son los que menos creen que las instituciones como el gobierno, la prensa, las organizaciones religiosas, las escuelas y las grandes corporaciones estén haciendo bien su trabajo.