Las asociaciones de la prensa, preocupadas a partes iguales por la deontología del oficio y porque no les falten tertulias a sus directivos, ya están tardando redactar un estatuto de los entrevistados, de manera que se les reconozcan, al menos, prerrogativas similares a la de los imputados en procesos penales, incluyendo la presencia de su abogado cuando acudan a determinados platós de televisión.