La muerte debió sorprender de manera repentina a un jubilado en el salón de su piso de alquiler de Pilarica durante el invierno de hace cuatro años. Nadie volvió a saber nunca más de él. Vivía solo. Y allí permaneció su cadáver, sobre el suelo de la estancia calentada desde aquel día por una estufa eléctrica, hasta que una familia reventó durante la madrugada del pasado domingo la cerradura de la vivienda de la calle Templarios, en Pilarica, con la intención de ocupar la casa ante la creencia de que estaba vacía. Los okupas, una mujer y sus dos