Yo a Cuba fui mal acompañado y, lógicamente, acabé sólo. Mientras la gente con la que iba prefería quedarse en un hotel donde te servían hamburguesas en la piscina como colmo del glamour (qué asco de agua con grasa), yo me iba a la Habana Vieja a pasear calles empedradas y respirar aire especiado. Os aviso que no va a ser este el típico artículo que aprovecha los acontecimientos cubanos que acaban de ocurrir para decir: “Yo una vez estuve allí y, por tanto, puedo hablar durante horas de la situación sociopolítica de la isla. Yo fui un guiri.