Son las siete y media de la mañana, un día a finales de noviembre. La escarcha en los campos brilla a la luz de las farolas de la carretera. Ando rápido con la bufanda delante de la boca, cuesta arriba en la acera al otro lado de la calle que me separa del campo abierto. A mi izquierda casas unifamiliares con jardines de diseño pragmático, casi lacónico. Enanos de yeso, hiedra abraza las zarpas y escalones de piedra arenisca, abetos plateados, manzanos huesudos, abedules cuyas hojas amarillas están caídas, aun sin ser recogidas del césped,