Sabido es que en España se idolatra a ciertos personajes hasta el punto de considerarlos ejemplo de valores, mejor deportistas de la historia y ciudadano ejemplar, aun cuando haya defraudado fiscalmente, esté vinculado a prácticas médicas que en cualquier deporte se calificarían de dudosas, tenga un TUE -certificado para doparse legalmente- del tamaño de un camión, y cobre dinero público tanto por dejarse entrevistar (¿te creías que lo hacía gratis porque es español?) como por promocionar el jamoncito y el aceite por esos mundos de Dios...