Annabel Goodman era una abogada, madre soltera de dos hijos, que cuando expulsan a su hijo mayor Jacob de 13 años, disléxico, de la 9ª escuela a la que asiste, decide tomar las riendas de la educación y bienestar de su hijo, poner su carrera en “stand by” y con sus ahorros montar una escuela. En la nueva escuela se ayuda a niños que no encajan en el sistema, se da mayor protagonismo al ejercicio y el movimiento, se escucha a los alumnos y no se les juzga. Jacob dice que esta es la escuela que más le gusta de todas en las que ha estado.