El dispendio de las formaciones políticas tradicionales en las campañas electorales apenas se ha visto afectado por la crisis. Ni los bancos han cerrado el grifo de los préstamos, ni los partidos han moderado con demasiado impacto los recursos propios que destinan a los actos de sus campañas. PP y PSOE redujeron mínimamente sus gastos en las últimas elecciones de 2011 respecto a las de 2007, pasando de 17,52 millones a 16,65 en el caso del primero y de 17,48 a 16,89 en el caso del segundo. Siempre según el Tribunal de Cuentas.