Gomis, fundador de Isolux, demandaba al Espírito Santo un total de 3.165.722 euros como resultado de la liquidación de una poliza de crédito suscrita para financiar una inversión, también contratada con el banco, que según el reclamante estaba garantizada por éste. La entidad portuguesa sostenía, sin embargo, que el garante era el emisor de la inversión, es decir, la sociedad norteamericana quebrada.