Soy un turismófobo. ¿Cómo no voy a detestar a quienes han destruido cuanto amaba? Por fin empieza la gente a plantar cara a todos esos millones de forasteros en chancletas y en porretas que al hilo de los doce meses del año antes, por lo menos, sus razias sólo se organizaban en los del verano invaden las playas, los montes, las calles, los museos, los monumentos, las discotecas, los restaurantes, los burdeles y las fiestas de medio mundo y parte del otro medio, incluyendo España.