La primavera viene, en ocasiones, preñada de un simbolismo insoportable. Ojo con las flores, que pueden brotar en forma de dardos venenosos. Qué decir de la naturaleza y sus colores, son capaces de abrir llagas supurantes en quien los contempla. Ay, los jardineros. Si les dejas, los muy traidores se conchaban con los bulbos y el césped para dibujar parterres insultantes.