Hace un millón de años, en el debate para su investidura como presidente del primer Gobierno socialista, Felipe González se quejó de la herencia que recibía. Le dio réplica Leopoldo Calvo Sotelo con una dramática descripción de la España que Adolfo Suárez le había legado a él sólo veintidós meses antes. “Herencia por herencia –concluyó–, la mía fue peor”. Pues bien, si Mariano Rajoy tuviera que ceder el Gobierno, difícilmente podría decirle lo mismo a su sucesor. Porque no sólo le entregaría un país al borde de la ruptura territorial...