La fotografía muestra a una niña palestina tapándole los ojos a su muñeca, una niña que de golpe ha dejado atrás la infancia y que ha visto cosas que nadie debería ver.Con una mano sostiene a su muñeca de plástico y con la otra mano le cubre los ojos para protegerla de ese horror que está fuera de cámara: los edificios devastados, las escuelas bombardeadas, los escombros que salpican las calles, la sangre sobre las piedras, los perros muertos, los hombres muertos, los cadáveres al sol.