El presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, al enfrentar la mayor crisis después de la Gran Depresión de 1929, a partir de noviembre del 2008 dejó a un lado dos de los tres objetivos de su banco, la estabilidad financiera y el control de precios, e hizo del tercero, el pleno empleo, el blanco de la política monetaria: Los programas de estímulo monetario (Quantitative Easing) puestos en marcha no serían retirados hasta que la tasa de desempleo se redujera a 6.5 por ciento.