Dejando de lado que todo preso lo es por un criterio político, a muchos les vienen a la mente nombres como los del sindicalista Andrés Bódalo, el huelguista Alfon o la tuitera Cassandra y sus peligrosos tweets sobre Carrero Blanco. O los raperos Valtonyc o Pablo Hásel, cuyas letras también fueron consideradas sediciosas. O los titiriteros. O los ocho del Parlament a quienes se condenó a tres años de trena por, literalmente y según condena en firme, no haber hecho nada concreto pero participar de una manifestación que incitaba a cometer delitos.