Últimamente se viene repitiendo un esquema similar en las redes sociales: un cargo público se gasta su dinero en algo que a nosotros no nos parece bien, y procedemos a un linchamiento mediático usando como ariete las facturas. En los ataques de la derecha más recalcitrante a Cándido Méndez por su reloj, a los sindicalistas por sus cervezas, a los de izquierdas con iPhone, subyace el mismo análisis erróneo y falaz que cuando se critica a Sánchez Camacho por haber recurrido a la cirugía plástica.