Cada cinco minutos pasa, por la calle, un coche afín y toca la bocina. Entonces, las alrededor de 2.000 personas reunidas a fuera del Centre Cívic Pere Quart de Barcelona gritan, jalean, y levantan, entusiasmados, como en un partido de fútbol, sus banderas de Venezuela. Están reunidas fuera, pero tenían que estar dentro del centro: "A las 7.30, cuando hemos llegado, nos hemos encontrado con un inspector del Ayuntamiento que nos ha prohibido la entrada", dice Adriana Rubial, la coordinadora en Barcelona de la “Consulta al Pueblo de Venezuela”.