La de ayer fue una de las noches más tristes que hemos vivido en nuestro estadio. Son muchas las derrotas sufridas, las goleadas que hemos encajado en estos años, los descensos llorados, pero nada comparable al ambiente triste y enrarecido que ayer provocó nuestro propio club y los mandamases de lo que antes llamábamos fútbol. Porque en lo que están convirtiendo esto no puede llamarse fútbol. No es fútbol acudir a tu propio estadio con miedo, con temor a ser multado con 60.000 euros sin motivo alguno. Ayer solo pretendíamos hacer lo que llevam